La historia del Festival de Sanremo: evolución y desafíos en la era dorada (1960 – 1979)

A medida que el festival se consolidaba en las décadas de 1960 y 1970 , surgieron nuevos fenómenos musicales, cambios organizativos y tensiones sociales que marcaron su desarrollo

El Festival de Sanremo, fundado en 1951, es uno de los certámenes musicales más icónicos de Italia y del mundo, consolidándose como un referente de la música italiana y un espejo de su evolución a lo largo de las décadas. Este evento anual ha destacado por descubrir nuevos talentos y combinar una competencia musical con un espectáculo en vivo de gran impacto mediático. Bajo el lema La canzone italiana, ha sido el trampolín para la carrera de artistas emblemáticos, convirtiendo muchas de sus canciones ganadoras en himnos atemporales, y manteniéndose como un hito crucial para los cantantes italianos.

Esta serie de ocho artículos explorará la historia de Sanremo, desde sus antecedentes hasta las ediciones más recientes. Esta tercera entrega aborda la evolución del Festival de Sanremo durante las décadas de 1960 y 1970, un período clave en el que el evento vivió tanto su esplendor como sus primeros grandes desafíos. A medida que el festival se consolidaba como uno de los eventos musicales más importantes de Italia y Europa, surgieron nuevos fenómenos musicales, cambios organizativos y tensiones sociales que marcaron su desarrollo.

  1. Década de 1990 (Próximamente)
  2. Los 2000 y el nuevo siglo (Próximamente)
  3. Década de 2010 (Próximamente)
  4. Década de 2020 y su futuro (Próximamente)

Crisis e introducción del voto masivo

Durante los primeros años de la década de 1960, el Festival de Sanremo vivió una transformación significativa que consolidó su importancia cultural. Uno de los desafíos fue la crítica de la Sociedad Italiana de Autores y Editores (SIAE) por el modelo de anuncio de la clasificación. Para abordar esto, en 1961 se implementó un nuevo sistema de votación a través de la lotería italiana Enalotto. El festival, celebrado entre el 26 de enero y el 6 de febrero, concluyó con una intensa competencia entre Milva y Mina, quienes fueron las grandes favoritas.

Finalmente, la canción ganadora fue “Al di là“, interpretada en dos versiones: una tradicional y melódica por Luciano Tajoli, y otra más enérgica por Betty Curtis. Tajoli, un veterano de la música pop italiana desde los años 30, logró cumplir su sueño de participar en Sanremo, a pesar de que la Rai había considerado inapropiada su participación debido a su cojera causada por la polio.

El impacto de la “era Bongiorno”

Con la llegada de Mike Bongiorno como presentador en 1963, el Festival de Sanremo vivió una transformación significativa en su formato y su imagen. Conocido por su presencia carismática y su capacidad para conectar con la audiencia, Bongiorno, quien ya era una figura emblemática de la televisión italiana, aportó al festival un aire moderno y un nivel de profesionalismo que lo consolidó como un evento de prestigio nacional. Durante su mandato, Sanremo comenzó a abrirse a nuevas influencias musicales, reflejando los cambios sociales y culturales que se vivían en Italia.

El festival vivió una verdadera revolución musical con la aparición de los llamados urlatori, artistas como Mina, Adriano Celentano y Bobby Solo, quienes se caracterizaban por su estilo vocal enérgico y su capacidad para cautivar al público. Estos artistas no solo definieron la música popular de la época, sino que también llevaron al festival a un público más joven y diverso. La introducción de grupos beat y cantautores como Gino Paoli y Umberto Bindi marcó una ruptura con la tradición melódica, mostrando cómo el Festival de Sanremo comenzaba a reflejar las tensiones y los nuevos vientos musicales que soplaban en Italia y el resto del mundo.

Gigliola Cinquetti reinterpreta en 2024 “Non ho l’età”, canción que le dió la victoria en Sanremo y Eurovisión en 1964

Uno de los grandes giros del Festival de Sanremo en los años 60 fue la decisión de abrir las puertas del evento a artistas internacionales, un movimiento que se consolidó a partir de 1964. Este cambio respondió a un interés por globalizar el festival, tanto para enriquecer la música ligera italiana con influencias extranjeras, como para exportar el talento musical de Italia a otros mercados internacionales. En esa edición participaron artistas como Paul Anka, Gene Pitney, Ben E. King y Antonio Prieto, entre otros, lo que dio al evento una dimensión internacional sin precedentes.

Aunque la idea de la participación internacional se presentó como un proyecto que contribuiría a diversificar la música del festival, los resultados no fueron del todo positivos. Los artistas italianos, que hasta ese momento dominaban la escena, no vieron con buenos ojos la competencia externa. Además, la organización se vio enfrentada a complicaciones logísticas y a la falta de coherencia entre los géneros musicales que competían en el evento. Esta iniciativa fue abandonada en 1966, aunque dejó una huella importante sobre cómo el Festival de Sanremo debía adaptarse a los tiempos cambiantes.

Introducción de temas sociales y protesta

A mediados de la década de 1960, el Festival de Sanremo comenzó a ser un reflejo de los cambios sociales y políticos que agitaban Italia. En 1966, Adriano Celentano presentó “Il ragazzo della via Gluck”, una canción que hacía referencia a la transformación del paisaje urbano de Milán y al crecimiento de la industrialización, que, para muchos, significaba la pérdida de la identidad del país. La canción, que hablaba de la nostalgia de un tiempo más simple y rural, fue rápidamente eliminada de la competencia, lo que provocó una gran controversia. Este incidente marcó el inicio de una relación tensa entre el festival y los temas más “revolucionarios”, que comenzaban a asomar en la música italiana.

El año siguiente, 1967, vio la aparición de otros temas de contenido social. Canciones como “La rivoluzione” de Gianni Pettenati y “Proposta ” de I Giganti reflejaron la creciente conciencia política de la juventud, que reclamaba cambios profundos en la sociedad. Sin embargo, aunque las canciones intentaban captar el espíritu de los tiempos, el festival no estaba preparado para abordar de manera seria los temas de protesta, y la respuesta institucional fue más bien de rechazo y censura.

La tragedia de Luigi Tenco

El trágico suicidio de Luigi Tenco en 1967 marcó la historia del Festival de Sanremo y dejó una huella imborrable en su legado. Tenco, quien había presentado su canción “Ciao amore ciao”, un tema que hablaba sobre el malestar social y la angustia existencial, fue eliminado de la final del festival, lo que generó una gran controversia entre el público. La eliminación de la canción, que muchos consideraban una obra maestra de la música italiana, se interpretó como una manifestación de la desconexión entre la escena musical y las realidades sociales del momento.

La tragedia de Tenco no solo alteró el curso del festival, sino que también provocó una profunda reflexión sobre el papel de la música en la sociedad italiana. En lugar de ser una celebración de la vida, como había sido el propósito inicial del festival, el evento pasó a ser visto por muchos como un lugar donde la cultura oficial rechazaba el arte más profundo y crítico. La muerte de Tenco simbolizó el fin de una era de inocencia y marcó el comienzo de un periodo de crisis para Sanremo, que ya no lograría mantener la misma imagen de antes.

El despertar de los cantautores y el papel de la música italiana

A finales de la década de 1960, el Festival de Sanremo comenzó a recibir la influencia de los cantautores, quienes, con su estilo de composición más personal y político, reflejaban los cambios que se vivían en Italia y en el mundo. En 1968, la victoria de Sergio Endrigo con la canción “Canzone per Te”, que consolidó aún más la figura del cantautor como un referente dentro de la música italiana. A este le siguieron otros artistas como Lucio Dalla, quien ya en 1971 comenzaba a mostrar su estilo único, profundamente influenciado por la canción de autor francesa y el folk estadounidense.

Este periodo fue clave, pues el festival se alejó de las canciones melódicas tradicionales y empezó a dar cabida a letras más profundas, a menudo de contenido político y social. El festival se transformó en un lugar donde los cantautores podían expresar sus inquietudes y su visión del mundo, algo que se reflejó en el creciente éxito de artistas como Gino Paoli, Umberto Bindi y, más adelante, Paolo Conte. Este cambio también permitió al festival exportar la música italiana más allá de sus fronteras, consolidándose como una plataforma de gran relevancia cultural en Europa.

Cambios organizativos y entrada del espectáculo televisivo

El Festival de Sanremo de principios de la década de 1970 vivió una etapa de crisis que afectó tanto su estructura organizativa como su relevancia cultural. La televisión italiana decidió, en 1971, eliminar la cobertura del Festival de la Canción Napoletana, un evento paralelo que había sido un pilar importante de la música popular del país. Esta medida, junto con una programación cada vez más predecible, contribuyó a disminuir la imagen de innovación que el festival había tenido en sus primeros años.

A nivel organizativo, se tomaron decisiones que parecían alejar al festival de sus raíces, como la transmisión limitada a la noche final del evento en 1973. Estas modificaciones, junto con la participación de un número cada vez mayor de artistas internacionales, hicieron que Sanremo perdiera parte de su identidad y prestigio. Las críticas apuntaban a que el evento ya no lograba reflejar la diversidad y la riqueza de la música italiana y que, además, estaba perdiendo contacto con el público más joven y más consciente de los problemas sociales del país.

Peppino di Capri interpreta “Un grande amore e niente piú”, con la que logró la victoria del festival italiano en 1973

Sin embargo, el Festival de Sanremo se convirtió en un escaparate no solo de música, sino también de espectáculo. En 1974, el evento adoptó un formato en el que se dividían los 28 participantes en dos grupos: “Big” y “aspiranti”, lo que permitió introducir un nuevo enfoque competitivo. No obstante, el impacto de la televisión sobre el festival fue tanto positivo como negativo. La transmisión en Eurovisión en 1973, por ejemplo, unió a Italia con países del este y del oeste en una muestra de solidaridad cultural, pero también reveló las tensiones que existían entre los estilos musicales y las ideologías políticas en Europa.

Massimo Ranieri, representante italiano en Eurovisión 1973

La década de 1970 también marcó una crisis en la música italiana, que se reflejó en el festival. Los éxitos más comerciales y la preferencia por la “música fácil” reemplazaron a la música de autor más compleja y profunda. Las letras de las canciones comenzaron a simplificarse, y el festival, de alguna manera, se vio arrastrado por una corriente de superficialidad y erotismo en la que las canciones se centraban más en el atractivo visual y sensual de los artistas que en la calidad musical o lírica. En este contexto, la edición de 1975, estuvo caaracterizada según la prensa italiana por un exceso de glamour y por temas musicalmente mediocres, y considerada una de las más pobres de su historia.

Gilda, ganadora del Festival de Sanremo 1975 con “Ragazza del Sud”

Finalmente, en 1976, el Festival de Sanremo vivió una transformación importante al mudarse de su tradicional sede en el Casino a la sala del teatro Ariston. Este cambio no solo marcó un nuevo inicio en cuanto a la infraestructura del evento, sino que también simbolizó el cierre de un ciclo y el comienzo de otro, con una estructura más moderna y acorde con los tiempos. La mudanza al teatro Ariston se convirtió en un elemento definitorio de la nueva etapa del festival, que continuó evolucionando en su formato y en sus contenidos.

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