Columna de Opinión

Benidorm Fest 2025: el resurgir de Melody se impone a las dudas del cartel

Pasó Benidorm Fest 2025 como un ciclón, parafraseando al desaparecido Uribarri cuando Rosa y los chicos de Operación Triunfo 1 actuaron en Tallin. Pasó el Benidorm Fest, la cuarta edición, y lo hizo planteándonos dicotomías en muchos sentidos.

La primera dicotomía es que la evolución televisiva que ha vivido Televisión Española, en todos los sentidos, desde aquel 2022 ha sido enorme. Ni los más optimistas podían esperar que esa TVE de los Toñi Prieto Shows, de los Objetivo Eurovisión, podría hacer un show televisivo que no tiene igual a nivel España.

El Benidorm Fest es, y tomo unas palabras que durante EuroLive pronunció mi compañero Juanito Ríos, el mejor programa del año en España. Y, objetivamente hablando, creo que tiene toda la razón con esa afirmación. Realización, sonido, ritmo… todo ha salido bien este año. Sé que me diréis que en casa lo escuchasteis mal algunos en las semis. Yo la señal que seguí para las galas, la que emitimos en EuroLive, la vi bien, por tanto, no puedo opinar de cómo lo viste tú desde tu casa, hablo desde mi experiencia, que es desde el único punto de vista del que puedo hablar.

Todo esto es una dicotomía porque al mismo tiempo que televisivamente hemos dado un salto enorme, musicalmente estamos, en el mejor de los casos estancados y, en el peor, dando pasos para atrás. Al Benidorm Fest le falta ambición en el plano musical. Le falta arriesgarse. Le falta atreverse a salir de la caja, esa expresión tan manida, pero que se hace más que necesario en un contexto donde solo lo musical ha dejado de avanzar en este Benidorm Fest. Como dije hace 7 días, la quinta edición (que la habrá) debe ser la edición que dé ese salto musical definitivamente para que la maquinaria se termine de engrasar del todo.

Otra dicotomía que se nos plantea, a nosotros, como eurofans, es que las semifinales no nos gustaron nada. Quienes seguisteis la retransmisión por EuroLive, gracias por darnos un récord de audiencia tras otro estos días, pudisteis comprobar cómo no ahorramos calificativos el martes para el espectáculo que vimos.

Si por algo nos caracterizamos es por no callarnos cuando algo no nos gusta, y lo que vimos no nos gustó. Si bien podíamos esperarlo, verlo hecho realidad siempre duele. Esto es como cuando esperas que un Donald Trump, un Putin o un Netanyahu no ganen las elecciones para cambiar de rumbo las cosas, en el fondo sabes que va a ocurrir, pero cuando lo ves materializado te fastidia igual. Es lo que nos pasó a los eurofans que aspiramos a un Benidorm mucho más potente como he expuesto anteriormente.

El caso es que, por lo que sea, este año la audiencia ha respondido. El público ha comprado el Benidorm Fest y ahí están las audiencias que lo atestiguan. Julio Arjona dijo el miércoles en el Benidorm Live (gracias también por el seguimiento) que el público eurofán te da una base de un millón para estas cosas. Aunque hay que discrepar con ese análisis porque ahí están las audiencias de las semifinales de Eurovisión por La 2 o de las eliminatorias del Benidorm Fest de años anteriores. Esta edición ha sido seguida por más gente que los eurofans, que no dejamos de ser cuatro gatos.

Y, por si no fuera poco, se le suma que hemos tenido récords de votaciones, por lo que si alguien se agarra al resultado televisivo y numérico para predecir el final de este formato, hoy no estará viviendo un buen día. Aunque nosotros como eurofans no terminemos de entender cómo la peor edición musical de las cuatro ha hecho esta audiencia, la realidad es tan tozuda que nos ha dicho que España piensa de otra manera. Tal vez sea porque ese aspecto televisivo ha acompañado y porque no estamos acostumbrados a un show de este nivel en nuestra tele, no lo sé, pero el caso es que el público esta semana ha sintonizado Televisión Española y Benidorm Fest, y esto es impepinable.

Todos estos escenarios que se ha expuesto tienen un problema y es que desde TVE se puede percibir esta edición como un éxito en todos los sentidos. Si miramos lo numérico está claro que es un análisis acertado, pero, más allá de las cifras, la cuarta edición de Benidorm Fest debe abrir un periodo de reflexión en Prado del Rey. La nueva dirección del ente tiene en sus manos un caramelito con un potencial enorme. Creo que son conscientes. Pero este caramelo necesita un envoltorio mejor. Necesita que el papel que lo envuelve, las canciones, acompañen. Y para eso, es necesario revisar el comité de selección, la dirección artística del evento y el enfoque musical que se le quiere dar.

Soy el primero que incansablemente ha expuesto en esta radio desde hace años que es complicadísimo atraer a una industria que al contrario que el público sigue sin querer ver el potencial de esta plataforma. Se me han dado muchos palos por decir que el público ha abrazado Eurovisión y que no se ve como se veía en los 2000.

Me sigo reafirmando en ello, incluso después de esta edición. Si la industria no quiere estar que no esté. Lo que no se puede pretender es que se tenga que lamer el culo de unas personas que por mucho que les traslades las bondades de un formato que ha dado algunos de los más grandes éxitos musicales de estos 3 últimos años en España te van a seguir diciendo que no.

Una industria que cree que cantar en un festival al que van 20.000 personas te va a reportar más que la exposición durante 3 meses ante una audiencia planetaria y millonaria. En fin, como este problema no está en nuestras manos, no pensamos gastar un gramo más de energía en ello, pasemos a lo siguiente.

El Benidorm Fest 2025 coronó a Melody como nuestra representante en Basilea. 15 años después del atraco a mano armada que sufrió en Eurovisión El Retorno, se presentaba a esta contienda con una narrativa que no tenía ninguna otra candidatura. Melody tiene historia, tiene una vinculación emocional con el público y tenía una cuenta pendiente que había que saldar. Como bien comenta Juan Sanguino en su artículo de Jenesaispop, en una edición en la que no había una candidatura de consenso ha ganado la historia.

Melody es esa cantante que llegó a nuestras vidas en 2001 con un tema de corte medio humorístico. Fue un éxito arrollador que igual que Sonia y Selena, hoy puedes seguir pinchando en cualquier sitio y hará que el público se vuelva loco. Pero aquella canción es también su maldición. A esta artista de quilates no se le ha tomado en serio nunca. Siempre ha sido “la niña de los gorilas”.

Las discográficas dejaron de apostar por ella, no tiene una major detrás, se autoproduce. Los medios siempre la han tenido como objeto de mofa o de juguete roto. Pero ella no ha cejado en su empeño de construirse una carrera pese a quien le pese. Melody es una luchadora incansable, una artista que se ha partido la cara desde lo más bajo.

Una cantante que comenzó muy arriba y que ha caído con el tiempo en un plano mucho más secundario. Pero ella no es de las que se rinden, de las que dicen me voy a mi casa con mi marido y mi hijo que estaré mejor, más tranquila, no, ella es lo que se decía antes una artista de raza. El escenario es su segunda casa y cuando se sube a él hay algo que hace clic. La actuación en la gran final del Benidorm Fest 2025 es la prueba fehaciente de ello.

Cuando a nivel artístico hay serias dudas con 15 participantes, que te llegue una artista solvente, que pisa el escenario con seguridad y que no se amilana ante nada es una garantía. Melody se ganó por derecho propio el trofeo del Benidorm Fest de la misma manera que lo hicieron Chanel, Blanca Paloma o Nebulossa en el escenario.

De nada me sirve que Lachispa tuviera la mejor canción en estudio, de nada me sirve que J Kbello tuviera la mejor puesta en escena, de nada me sirve que Daniela Blasco tuviera la mejor coreografía… a la hora de la verdad es lo que muestras sobre el escenario lo que termina decantando la balanza, y en esto Melody dio una clase magistral.

Su directo fue de los mejores y defendió con gran solvencia una puesta en escena llena de clichés o de trampas para que fallara en cualquier momento. Ella superó todos y cada uno de los obstáculos y dijo, aquí estoy yo, esto no se me va a escapar de nuevo, y no lo hizo. Tomando de nuevo las palabras de Juan Sanguino en el artículo que mencionado previamente: Melody actuó como si fueran sus últimos tres minutos de vida. Cantó como lo que es: una mujer que lleva 16 años esperando este momento, desde que fue robada a mano armada en la selección de 2009.  No puedo estar más de acuerdo.

Y todo esto hizo que su victoria fuese arrolladora en el televoto. Cerca de la mitad de todos los SMS, llamadas y votos por la app de RTVE Play fueron a parar a Melody. Y estamos hablando de una edición con récord de votos. Ayer el público (hombres y mujeres, heterosexuales y homosexuales, jóvenes y mayores, optaron por ella), quienes votaron sentenciaron rotundamente que era Melody la que debía ir a Eurovisión. Sin paliativos, sin dudas, sin nada más, el respetable lo tuvo claro.

Es curioso como un sector del público se encuentran machacando a Melody por ganar y a sus votantes por votarla, destilando una homofobia y un edadismo que ya deberíamos denunciar por su nauseabundo tufo, basta.

Curiosamente este mismo público que se rasga las vestiduras es el que machacó sin piedad a ese jurado en 2022 cuando dijo Chanel en lugar de Rigoberta y reivindicó la supremacía del televoto que este año como hizo con Tanxugueiras y Rigoberta, eligió arrolladoramente. En qué quedamos, ¿el jurado es bueno o es malo? ¿El público debe prevalecer o no? ¿O solo nos interesa cuando beneficia lo que queremos?

Yo ayer no voté por Melody, voté por J Kbello porque consideraba que entre lo que había, que no era mucho, era lo mejor que teníamos para Eurovisión. Pero el hecho de no votar por Melody no me da ningún derecho a insultar, a calumniar o a difamar. No me da ningún derecho a verter comentarios absolutamente despreciables hacia los fans de Melody con descalificativos por su físico, por su pelo o ausencia de él o por su orientación sexual. Quienes han inundado las redes de ese odio visceral, como bien expuso Mawot en un tuit, dicen más de ellos que de la gente que están calificando. Hacéroslo mirar porque estáis enfermos.

«Esa Diva» no es la canción con la que muchos soñamos en Eurovisión. No es la canción que más actual suena, pero también estamos viviendo un retorno de los 2000 que no le va nada mal a esta propuesta. No nos atrevemos a decir vamos a quedar así o asá en Eurovisión, porque como en Benidorm Fest, en Eurovisión toda la historia se escribe sobre el escenario.

No sé si llevamos una buena canción o no, lo que sí sé es que lo que vamos a ver sobre el escenario, como eurofán, me va a dejar con la cabeza bien alta, porque una vez más, el Benidorm Fest nos da una candidatura con una representante de nivel. El resultado en Eurovisión ya se verá, aunque realmente me da igual, este año decidí pasármelo bien con Eurovisión y lo estoy haciendo, y lo voy a seguir haciendo, ahora con Melody como representante en Basilea.

Llevamos a una artista en mayúsculas que se va a dejar la piel y lo que haga falta en Eurovisión, que va a luchar contra viento y marea por su sitio en la industria y en el festival y que va a llevar bien alta la bandera de nuestro país allá donde esté.

Es el año de Melody y desde esta casa quiero desearle toda la suerte del mundo en su experiencia eurovisiva. Vamos allá Melody.