No voy a negarlo, ayer la gala fue divertidísima, con un nivel excepcional, con sus sorpresas, con sus decepciones, con una zorra que me puso los pelos de punta... Pero al final solo quedó un sabor amargo que nos destrozó algo tan dulce como es Eurovisión. Después de la cancelación del año 2020 pensé que no viviría un momento tan doloroso, hasta la noche de anoche….
Estoy triste, muy triste. Un solo país me robado esta edición de Eurovisión. Todo lo vivido en una gala redonda se desvaneció con el pase de ese país, pero cuando llegó la “filtración” de la RAI no quedaba nada del subidón que da ver una semifinal del Festival.
El miedo a que gane esta edición lo tengo desde que la UER dejó que participara cierta delegación, dependiendo del día era más intrusivo o menos intrusivo el pensamiento. A veces pensaba que sería imposible, otras veía que podía suceder, pero la lejanía al evento calmaba esa ansiedad dentro de mi.
Pero ayer, ese casi 40% “filtrado” me rompió, me dejó muy tocado y uno de los momentos más bonitos (y desesperante) del año como es conocer el orden de la final se tornó insignificante, ayer se me arrancó sin yo poder hacer nada la alegría, la ilusión, los nervios bonitos de ver las idas de olla de la UER con un orden de actuación que nunca gustará a nadie… De verdad que parece algo super dramático, algo desproporcionado, pero para mí, como para muchos Eurovisión va más allá de un concurso musical.
Eurovisión para mucha gente es una noche bonita del año, de juntarse, de creerte experto musical, tomarte unas patatas y disfrutar. Para mí este tipo de personas también son eurofans, me da rabia categorizar en buenos y malos eurofans, porque no los hay, una persona que vea Eurovisión, que respete el Festival, ya lo es, sin necesidad de conocer el ganador de 1978 o el segundo puesto de la preselección de Moldavia en 2004.
Pero es que para mi Eurovisión es una forma de vida, lo que me llegó a mi de rebote en 2002 se ha convertido en una tabla de salvación muchas veces, en refugio, en hogar, en felicidad. Incluso en las épocas que tenía muy poca información sobre la edición, no tenía internet, se me insultaba por ello o me sentía raro, me daba igual, era algo que me llenaba tanto que me daba igual. Era el día que más ansias esperaba en el año, mejor que Navidad.
Este sentimiento con la llegada de internet a mi casa no hizo más que crecer, descubri el podcast de La vida es un Festival de Victor Escudero, la web de EurovisionSpain para mi fue un mundo increíble, empecé a entender todo mucho más, empecé a ver Festivales antiguos, a descubrir preselecciones europeas y sobre todo empecé a conocer a mucha gente que Eurovisión para ellos despertaba el mismo sentimiento que a mí.
La llegada a ESCPlus fue un sueño, estaba escribiendo sobre mi mayor pasión, estoy haciendo lo que siempre he leído, formo parte de la familia de Eurovisión, formo parte de estos pequeños medios que damos contenido de calidad, que damos esos datos en profundidad; en definitiva, somos los que mantenemos vivos el Festival durante todo el año y somos todos los medios especializados, los que vamos salvando a mucha gente, sin ni siquiera saberlo o ser conscintes de ellos.
A día de hoy, me da igual que se me juzgue o se me ridiculice por ser eurofan (algo que me ha llegado a dar verguenza decir en público) ahora soy feliz, muy feliz de serlo, porque eso es lo que provoca este concurso en mí. La sensación de ser un manojo de nervios el sábado, de escuchar el Te Deum y que mi cuerpo se ponga a temblar e incluso los ojos se me llenen de lágrimas. Yo lo siento, pero aquellos que no tienen una afición que les llene así, no saben lo mucho que se están perdiendo.
Por tanto, que mañana pueda ganar cierto país me destroza por dentro, me destroza pensar que Eurovisión pueda desaparecer, y si no lo hace enfrentarnos a una incertidumbre que en este momento para mí es muy negra. ¿Quién querría participar? Eurovisión vive momentos críticos donde cuesta llegar a la barrera de 40 países, una victoria el sábado de aquel que nadie quiere, puede ser una puñalada durísima.
Un concurso que se creó para unir un continente debastado por una guerra, acaba destruido por un país que está masacrando a otro. ¿Ironía no?
¿Qué puede ser un bache y seguir hacia adelante? Por supuesto y es la esperanza que me queda. Pero no es justo, no es justo que me hayan robado Eurovisión 2024, no es justo que me pudieran robar Eurovisión 2025. Y todos lo sabemos que cuando algo se rompe, por mucho que queramos arreglarlo la herida está ahí, la cicatriz va a quedar… Hoy más que nunca #SerEurofanNoEsFacil.
Solo nos queda un día para saber cuánto de profundo será este ataque hacia Eurovisión.