Eurovisión

Cuando la música en directo gobernaba Eurovisión: Un vistazo al papel de la orquesta en el festival

En el telón de la historia de Eurovisión, 44 ediciones relucen con la participación especial de los directores de orquesta. Una época dorada que comenzó en 1956 y que concluyó en 1998, dejándonos un legado de grandes momentos e inolvidables melodías. Durante esos años, la orquesta fue el latido que daba vida a cada actuación, compartiendo el escenario con los artistas y siendo parte esencial del festival de Eurovisión.

La génesis de Eurovisión estaba destinada a un objetivo elevado: unir a toda Europa en las notas de la música después de la devastación de la Segunda Guerra Mundial. Era una Europa que estaba resurgiendo de sus cenizas, mirando hacia el futuro y esforzándose por olvidar las cicatrices del pasado. En medio de esta reconstrucción, Eurovisión surgió como una luz que unía a todos los europeos frente a una pantalla de televisión, un lujo que en aquel entonces estaba al alcance de pocos.

Las primeras ediciones del festival eran menos laberínticas en cuanto a reglas. Lo esencial era que la canción fuese interpretada por un artista en uno de los idiomas oficiales del país. Además, cada país debía enviar a su director de orquesta junto al intérprete. Si el director de orquesta no podía acudir, su lugar era ocupado por el director del país anfitrión. Era una época en la que la orquesta, ofrecida por la cadena de televisión organizadora, era protagonista en cada edición.

La orquesta en el festival de Eurovisión de 1965. AFP PHOTO / STR Str / AFP

Con el crecimiento y éxito del festival, la orquesta también fue expandiéndose. La inclusión de nueva instrumentación, como la percusión y los vientos, fue contribuyendo a su enriquecimiento sonoro. La música en directo era el alma del festival, aunque hubo algunas excepciones que marcaron la historia. En 1973, la banda que acompañaba a Cliff Richard no tocó ninguna nota y en 1979, la cantante italiana Matia Bazar optó por prescindir completamente de la música en directo.

Durante las décadas de los 80 y 90, la relevancia de la orquesta en el festival comenzó a decaer. Muchos países preferían utilizar música pregrabada, al menos en parte de sus canciones.

El año 1996 fue testigo de una propuesta de supresión de la orquesta, debido a su alto coste económico y a que algunas canciones no se podían interpretar en directo. En los años siguientes, muchos países decidieron prescindir de la orquesta y en 1999 se tomó la decisión final: se suprimió definitivamente la orquesta y con ello, la música en directo. La televisión anfitriona de Eurovisión 1999, la IBA, argumentó la falta de espacio en el recinto para justificar esta decisión.

A lo largo de la historia, numerosos son los directores de orquesta que han dejado su huella en el festival. El irlandés Noel Kelehan es un nombre destacado, habiendo dirigido un total de 29 canciones, 24 por Irlanda y 5 por otros países. Además, Kelehan fue también el director de orquesta de cinco canciones vencedoras irlandesas: 1980, 1987, 1992, 1993 y 1996. Esta es una contribución inigualable en la historia de Eurovisión.

Desde España, Eduardo Leiva fue el director de orquesta que más veces acudió al certamen, dirigiendo un total de 7 canciones. Entre sus colaboraciones se encuentran las actuaciones de Cadillac en 1986 con “Valentino”, Patricia Kraus en 1987 con “No estás solo”, Azúcar Moreno en 1990 con “Bandido”, y varias otras, demostrando su versatilidad y compromiso con la música.

Una imagen que permanece viva en la memoria colectiva es la del director de orquesta Sven-Olof Walldoff, quien en Eurovisión 1974 decidió presentarse disfrazado de Napoleón para acompañar al grupo sueco ABBA. Su peculiar vestimenta creó un momento inolvidable y añadió un toque de humor al triunfo de ABBA con el tema “Waterloo”.

El sueco Sven-Olof Walldoff disfrazado de Napoleón en Eurovisión 1974. Foto: EBU

El festival de Eurovisión ha evolucionado con el paso de los años, adaptándose a los tiempos y a las nuevas tendencias musicales. Sin embargo, hay quienes se preguntan cómo habría sonado “Euphoria” con la orquesta o si la presencia de ésta habría añadido aún más brillo a las actuaciones. La orquesta aportaba un toque de glamour al festival, esa magia que parecía emanar con la entrada del maestro. Hoy en día, este encanto forma parte de la historia, la rica historia de Eurovisión.

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