Columna de Opinión

Vivo como en una nube, tengo lo que nunca tuve

Hoy he vivido una montaña de emociones, las entradas de Eurovisión Junior 2024 han salido a la venta. Han florecido y a los 40 minutos estaban agotadas. Vaya montaña de emociones este 15 de octubre...

Que bonitas son las primeras veces y a medida que pasan los años que complicadas son encontrarlas. Es algo que pasado el tiempo he conseguido valorarlas, disfrutarlas y cuando llegan vivirlas más intensamente. Esa sensación de que el corazón se acelere, la emoción que vas sintiendo, de no saber hasta donde llega o como acaba… Es un chute de adrenalina en vena y da igual de que primera vez estemos hablando, todas son así.

En lo referente a lo musical, ¿Quién no se acuerda la primera vez que escucho «esa» canción que marcó una parte de tu vida? Esa sensación es única e irrepetible, puedes volver a escucharla mil veces más, te gustará, la disfrutarás, pero esa sensación ya no será la misma, la primera vez es única e irrepetible. Ojalá tener un botón con el que pudiéramos borrar lo que se siente y poder a vivirlo de nuevo.

Esta intensidad en cotas bastante altas, viene por el día de hoy. He sido la gran Lorena GH durante todo el día, ha sido un no parar de sentir, una montaña rusa y sobre todo acabar hoy el día con una sonrisa de oreja a oreja, siendo absolutamente feliz. Porque con treinta y cuatro añitos voy a ir a Eurovisión por primera vez en la vida, es la versión de los pequeños, pero quien sabe si no vamos a estar de viaje cuando llegue la versión de mayores.

Empecé el día con la confianza ciega que no iba a tener problemas en encontrar entradas, estos años atrás sobraban entradas, acababan malvendiéndose o regalándose para que el estadio estuviera lleno. España es eurofana y hoy lo ha demostrado una vez más. El Festival de los más pequeños es criticado, se pide su finalización y demás retaila, pero la realidad es que se han agotado, hemos agotado las entradas en 40 minutos. España es pura intensidad y puedo afirmar que si Eurovisión llegara a nuestro país y eligieran un Bernabéu como sede, las 65.000 entradas se acababan en tiempo récord. Hasta los vecinos molestos las comprarían. Cero pruebas, pero ninguna duda.

Después de un cónclave familiar, valorar todo, debido al precio de las entradas, fallamos a Chanel y decidimos ir a por las entradas mi peque más eurofán y yo, nuestro problema era monetary. Llegan las tres y tenía dos ordenadores y un amigo que se une a la aventura con otro ordenador. Las tres en punto, da inicio la cola digital, literalmente me mastico el corazón y el dispositivo con mejor número en la cola: 2002, me cago en todo en ese momento. Mi amigo el 1640, está algo más cerca. Me transformo en ese momento Barbie Thug y convoco a satanás, enciendo velas y me pongo a gritar como un endemoniado.

Empiezas a bajar los números en la cola, bajamos de los mil y estoy al borde del colapso. Mi amigo me manda el mensaje que sigue poniendo a prueba a mi corazón «estoy dentro». Estaba hablando, grada y tres asientos juntos, selecciona tres, da a pagar ¡Entradas agotadas!, otros tres asientos juntos ¡Entradas agotadas! en ese momento empiezo a gritar y de manera literal «¡¡Pero esto que es, PERO ESTO QUE ES!!».

Entro yo dentro, me pasa lo mismo, llega el momento que se me empiezan a llenar los ojos de lágrimas, la decepción se apodera de mi y me siento fatal, veo desvanecerse un sueño entre mis manos, me imagino la cara de decepción de mi peque y se me encoge el alma, pero a la vez me animo a mi mismo y mi mente se pone modo tira pa’lante hasta que no puedas más.

Y sucede, tres entradas juntos, doy a la cesta esperando el mensaje de «no están disponibles», pero no, me lleva a la pasarela de pago. Tecleo los datos personales literalmente temblando, mi amigo me bombardea a mensajes y le pongo «déjame en paz», reviso diez o doce veces el número de mi tarjeta y todo ello con el pensamiento intrusivo de que en cualquier momento me dará error, se quedará pillado o llegará la luna de Blas y me caerá encima. Estaba a un click de conseguir mi sueño y no me lo podía creer.

Pero no, tenía las entradas en pantalla, tenía mis entradas en pantalla, tenía un sueño delante de mí que llevaba queriendo vivir desde 2002, un sueño que ha tardado en hacerse realidad 22 años y lo había conseguido… Vivo como en una nube, tengo lo que nunca tuve… Y lo peor de todo es que en este momento sigo sin creérmelo, me las imprimí y las tengo en la mesa del salón de casa como el Santo Grial, como la Lore tendrá sus dos micrófonos de cristal. ¿Era necesario imprimir? No ¿Me arrepiento de haberlo hecho? tampoco.

¿Y el momento que llega mi pequeño eurofán a casa? Le llevo al comedor, le digo que pone aquí y empieza a decir Eurovisión Junior 2024, Madrid… Su voz se acelera, para de leer y me mira «¡¿Qué es esto?!» Sabe la respuesta, pero quiere que se lo confirme y le doy la noticia «Nos vamos a Eurovisión Junior», nos abrazamos y creo que es de los momentos que aparecerán en mi trailer de mi vida cuando me muera.

Llamarme intenso, llamarme exagerado, pero hoy siento que bailo por primera vez, hoy he vivido muchas primeras veces, hoy el niño que descubrió Eurovisión 2002 y se quedó prendando de Euovisión está muy feliz y me sonríe a través de mi pequeño de 6 años. Ahora muero de nervios, de miedo y de emoción, #SerEurofanNoEsFacil pero también es precioso.

¿Lo mejor de todo? Que el 16 de noviembre me quedan una gran cantidad de primeras veces que vivir.