Columna de Opinión

Lágrimas de felicidad imposibles de controlar

Resaca emocional de Eurovisión Junior 2024, como vive un eurofán su sueño cumplido 20 años después, con más años y con un hijo de la mano. Una caja que nos dejó un poquito de magia a cada uno de nosotros.

Parafraseando a la reina del mængo “I will remember this for the rest of my life!” creo que es lo más coherente que puedo decir sobre Eurovisión Junior 2024. La otra sería “skajfdlksajfhlidsahjfhjslidfjasdjfsdlksdf”.

Han pasado tres días e intentado reposar las emociones, intentar hacer algo coherente, con sentido y estructurado, pero es que no paro de ver videos en el móvil (pido perdón a la gente que estuviera al lado mío por los gritos), de revivir momentos, de sonreír, de parecerme increíble lo que viví el sábado 16 de noviembre, para mí, uno de los días más especiales de toda mi vida y que más cosas bonitas me hizo sentir (el pelómetro no paró en ningún momento).

No solo es estar en el estadio y ver todo de dentro, son muchísimas pequeñas cosas que te llenan el corazón. Ir en el metro con la banderita de España, cruzarte la mirada con otras personas que también la llevaban y sonreír, no hacía falta palabras. Ir caminando para llegar a la Caja Mágica y ver el letrero de Let’s bloom y parecerte surrealista, estar comiendo y estar escuchando las canciones de Eurovisión Junior porque la gente estaba votando, haciendo las cábalas de como votábamos, quien podía ganar. En la cola ver gente y gente, familias enteras, niños con ilusión… Todos nos hablábamos como si todos no conociéramos, era el día que tanto tiempo habíamos soñado.

Os prometo que no exagero ni un poquito cuando digo que sentí que todo este tiempo siendo eurofán había merecido la pena, había merecido la pena ver Eurovisión solo tantos y tantos años, había merecido la pena ser señalado y humillado numerosas veces por gustarte Eurovisión.

Mucho hablamos de la ola eurofán que trajo Rosa de la que me incluyo y me siento orgulloso. Pero Maria Isabel también creo mucha cantera eurofán y reafirmó la recién llegada. Como estoy seguro que ha conseguido Chloe de la Rosa. Ese día no podía más que pensar en mi yo de 14 años, viendo Eurovisión Junior en casa solo, celebrando cada 12 que dieron a «Antes muerta que sencilla», nadie entendía porque yo ese sábado no salía a jugar en el pueblo, nadie entendía lo que yo sentía cuando sonaba el TeDeum por la televisión, nadie entendía porque tenía un cuaderno de Eurovisión donde apuntaba las votaciones de todos los países y por supuesto, grababa la gala para ir pausando al día siguiente para comprobar lo que había apuntado y reproducía una y otra vez, ni mis padres entendían mis gritos y mi cuerpo temblando cuando íbamos ganando en aquel Eurovisión Junior 2004. Y pedía que me llevaran a Eurovisión Junior 2005 que sería en España en mi mundo ideal.

Pues bien, 20 años después se cumplió mi deseo. Por eso, cuando miraba a mi pequeño eurofán que no me soltaba de la mano, sabía cómo se sentía, sabía que estaba recibiendo tanta información, tantas cosas que asimilar, tantos recuerdos formados, que sé que no lo va a olvidar en la vida. El abrazo que nos dimos cuando vimos el escenario por primera vez, es pensarlo y me sigo emocionando. Mi niño eurofan interior se abrazaba con mi hijo y todo estaba bien. A mí me caían lágrimas de felicidad, él sus pequeños ojos no le daban para más y la boca se le abrió sin poder evitarlo.

Siempre lo he dicho, ser eurofán no se explica, simplemente se siente.

Vivimos momentos de los más surrealistas, que parecían salidos de la mismísima Paquita Salas. Estábamos en el photocall y me dicen “Disculpa”, me doy la vuelta y ahí estaba la mismísima MEC, me quedé helado, creo que no supe ni que decir. Y detrás de ella el escuadrón Benidorm Fest. Entonces Melody se fija en mi pequeño eurofán y le dice “Que niño más guapo y más mono” a mí solo me salió decirla “gracias” a mi peque le salió su sinceridad “Papa ¿Quién es?” en ese momento la carcajada fue inevitable.

Estuve a medio metro de todos los participantes de este año, fui un poco “el presentador” de las personas que estaban al lado, porque saliendo de Melody y Sonia y Selena, el resto no sabían muy bien quién era quién. Casi hiperventilo con K!ngdom, Ane se hizo mil fotos y super simpática con las personas ¿Me hice una foto? Pues no, me dio vergüenza, así soy.  Al igual que no me la hice con Melani, no me la hice con Blas Cantó…. Y no, no vi a Ruth cerca, no sé si mi cuerpo lo hubiera resistido…

La vergüenza se aplica a mucha gente que vi de Twitter, las fotos de perfil de muchos cobraron vida, pero la inseguridad de uno no le permitió acercarse a tantos como me hubiera gustado.

Llegado el momento nos sentamos en las gradas y en ese momento estaba disociado vivo, por un lado, no me creía que estuviera ahí dentro, viendo todo, con la pulserita, con la felicidad de la gente y por otro lado, lo vivía todo como si estuviera sentado en mi casa y estuviera en el sofá como un Eurovisión más… Rarísima la sensación en ese momento.

Pero las luces se apagaron, las pulseras se iluminaron y sonó el TeDeum. El rugir de la Caja Mágica era atronador, era el rugido del eurofán español que veía su sueño hacerse realidad, en ese momento me rompí. Con el amparo de la oscuridad no paraba de llorar, lágrimas que intentaba quitarme y que no paraban de salir. Lágrimas de una felicidad que con palabras por mucho que lo intente, me parecerá escaso.

Ver el trabajo brutal de todas las personas implicadas, como cambian las puestas en escena, como entrar y salen elementos a una velocidad pasmosa. Una locura milimetrada al segundo, una coreografía de todas las personas que nos han dado un super showy que demuestra el enorme trabajo y buen hacer por RTVE. ¿El momento de los fogonazos de Chipre? Si a mí me calentó la cara (mi pequeño eurofán lo flipaba y chillaba) no me quiero imaginar la gente del foso… Momento Kebab para ellos…  Supongo que estas cosas para personas que hayan vivido esto más veces, en otros países, o el BenidormFest o algún evento similar no le impresionaría tanto, para mí que era la primera vez en esto, cada cosa nueva me ponía la piel de gallina…

Eurovisión Junior 2024 fue exquisito dentro y fuera de la Caja Mágica, RTVE puede sacar pecho de hacer el mejor festival en muchos años y uno que pasará a la historia por su personalidad y buen hacer. Unos maestros de ceremónicas perfectos, donde Melani brilló con luz propia y donde acabé más enamorado de Ruth si es posible. Por su buen duro trabajo delante y detrás de cámara y redondeó por tener un estadio completamente entregado a cada actuación y que pensé que se venía abajo cuando salió nuestra cantista. Querida Chloe, eres historia eurovisiva y para mí (aún siendo muy injusto) el resultado fue lo de menos.

Estoy seguro que viendo las votaciones, en casa me hubiera pillado un rebote inmenso, pero en ese momento me dio igual. Para mí, no ganó la mejor actuación de la tarde-noche, tenía una lista de cinco países que me parecían mejores y justos ganadores, pero ni me enfadé, ni sentí rabia… Era feliz, estaba dopado de absoluta felicidad, la euforia era mi anestesia en ese momento y más que nunca estaba en una burbuja eurofán… Mientras que mi móvil no paraba de sonar con personas escandalizadas por los resultados. En ese momento de locura, mi mente repetía una y otra vez “Las caras Juan, grábales las caras Juan”.

¿Cosas malas? Pues supongo que existirían, yo no sé si las viví o mi mente a decido borrarlas. Lo que tengo claro es que han pasado tres días y la resaca emocional de Eurovisión Junior 2024 no ha remitido y tardará mucho tiempo en remitir.

Ya sabéis qué #SerEurofanNoEsFacil pero el sábado, valió la pena. Todos estos años han valido la pena.